Este episodio se relata en el evangelio de Mateo y de Marcos. Se describe a Jesús saliendo de Palestina y de territorio judío. El punto clave es que el evangelio es para todas las etnias y culturas. Es el Sí de Dios, que transforma toda la existencia humana. Es el fin de toda barrera porque el Reino de Dios tiene una dimensión universal en contraposición con toda misión sectaria que se mira a sí misma. Este podría ser uno de los problemas de la iglesia en ese tiempo cuando escribieron los evangelistas. El desafío consistía en cómo responder a la evangelización a todas las etnias.
El relato de la mujer sirofenicia o cananea aparece seguidamente sobre lo descripto entre lo que es puro e impuro (Mc 7:1-23, Mt 15:1-20). ¿Será casualidad que este incidente aparece aquí? ¿Tendrá que ver con reinterpretar lo puro y lo impuro?
Jesús entra en territorio gentil. Los cananeos eran enemigos ancestrales de Israel. Jesús había declarado que los fariseos y maestros de la ley están desechando los mandamientos divinos (Mc 7:8, Mt 15:9) y señalaban a Jesús como pecador porque quebrantaba sus reglamentos. El rechazo de unos fue la oportunidad para otros. Jesús está presentando la amplitud del Reino de Dios que viene para todos incluyendo a nuestros enemigos. Jesús con la actitud intencional de ir a la región de Tiro y Sidón muestra que los gentiles no son inmundos sino que ellos también tienen lugar en el Reino de Dios.
“Jesús… entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido. De hecho, muy pronto se enteró de su llegada una mujer que tenía una niña poseída por un espíritu maligno, así que fue y se arrojó a sus pies. Esta mujer era extranjera, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara al demonio que tenía su hija” (Mc 7:24-26).
El evangelista Mateo nos relata que “Jesús no le respondió palabra” y sus discípulos le rogaron que la despidiera porque venía detrás de ellos gritando (Mt 15:23). La actitud de Jesús parece difícil de entender cuando seguidamente le dice: “Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros” (Mc 7:27, Mt 15:26). La inclusión de la palabra “primero” no es excluyente (Ro 1:16-17) Jesús le estaba pidiendo algo más a esta mujer. “Jesús solo podía hacer una cosa: debía despertar una fe auténtica en el corazón de esa mujer”[1]
Jesús comenzó su tarea con los Judíos pero no significaba darles la espalda a otros. Lo que está en juego es el pan de los hijos y las migajas que dejan los hijos. “La línea evangélica pasa a través del pan” [2] pero parece que este pan algunas veces se sirve debajo de la mesa. La mujer reconoce que está debajo de la mesa y lo único que puede ver es su parte inferior. Ha sido marginada y no es tenida en cuenta por aquellos que están saciados con el pan. Solo le llegan algunas migajas.
Encima de la mesa está el pan que es el evangelio para todos los pueblos y etnias pero puede ser desvirtuado cuando solo caen algunas migajas. Los perritos pelean por estas migajas. La mujer participa con audacia, fe y gran percepción. Rechaza su posición en quedarse en silencio, replica con agudeza y se vuelve voz de los marginados.
Aparece un claro de luz. Lo que hace esta mujer es traer el argumento a su favor: “Sí, Señor –respondió la mujer-, pero hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan los hijos” (Mc 7:28) ¿No puedo comer lo que los hijos arrojan al piso?
“Jesús le dijo: Por haberme respondido así, puedes irte tranquila; el demonio ha salido de tu hija” (Mc 7:29). “Jesús invierte el orden y el mismo es el alimento que le da vida a la hija de la mujer”[3] Los hijos debían ser alimentados primero, “pero los suyos no lo recibieron” (Jn 1:11). Jesús encuentra una verdadera fe en la periferia y muy distante de lo que se esperaba de los hijos verdaderos (Ro 9:25, Mt 21:43). Se fundamenta la misión universal de Dios (Ef. 2:14, Ga 3:26-28)
Somos desafiados a imitar a Jesús y servir el pan a los que están debajo de la mesa. Puede haber muchas mesas completas y con abundancia en la vida de la iglesia, estructura u organización pero tal vez no todos se acuerdan de los que están debajo de las mismas. Jesús se encuentra en otro lado y nos invita a salir de nuestra comodidad, abundancia y saciedad. “Nos insta a dejar nuestras mesas de privilegio para que todos juntos podamos comer del Pan de Vida en el suelo, alrededor de una mesa de patas muy cortas, donde nadie quepa debajo”[4].
La abundancia que tenemos en la mesa de la iglesia global debe ser compartida con todos y por igual. Jesús es una persona que tiene compasión con los que están lejos y los que vienen de lejos (Mc 8:3). “Este mensaje enjuicia todas nuestras teologías y todas nuestras eclesiologías triunfalistas”[5]. Jesús es el pan de vida para todos los pueblos y todas las etnias.
Preguntas para la reflexión:
¿Puedo pensar que algunos no son dignos de recibir el evangelio? ¿Qué interpretación le damos a lo puro y lo impuro según el contexto del pasaje bíblico? ¿Dónde está el verdadero problema del ser humano?
¿Cómo solemos reaccionar cuando las oraciones no son contestadas o nos enfrentamos al silencio de Dios? ¿Cuál suele ser nuestra actitud ante la adversidad y la desconsideración? ¿Suelo ver: obstáculos u oportunidades? ¿Qué implica ser tenaz, persistente y perseverar en lo que Dios me enseña y guía?
¿Qué bendiciones me ha dado Dios a través de mi vida? ¿De qué manera puedo compartir el pan para que nadie se encuentre debajo de la mesa? ¿Qué podemos hacer en la vida personal, iglesia u organización para que tengamos una mesa de patas muy cortas y el evangelio disponible a todas las etnias?
Carlos Scott, Misión Local y Global (GloCal), Ciudad Autónoma de Buenos Aires – Argentina, Teléfono: 54-11-4642-1036
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[1]Barclay, William, El nuevo Testamento, Mateo Volumen 2, Editorial La Aurora Buenos Aires, p. 130, 1973
[2]Pronzato, Alessandri, Un cristiano comienza a leer el Evangelio de Marcos, vols. i-iii, vol.i pp. 360-361 Ediciones Sígueme, Salamanca 1982
[3]Cook Guillermo y Foulkes Ricardo, Marcos Comentario Bíblico Hispanoamericano, p. 194, Editorial Caribe 1990
[4]Ibíd., Marcos Comentario Bíblico Hispanoamericano, p. 195, Editorial Caribe 1990
[5]Ibíd., Marcos Comentario Bíblico Hispanoamericano, p. 195, Editorial Caribe 1990