El Cristianismo, objeto de persecución

El Cristianismo, objeto de persecución. Fuente: Diario La Nación del 10 de Enero, Argentina. Ver en: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1340156

 Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban” Hechos 7:60 y 8:1. “Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?… Yo soy Jesús, a quien tú persigues…” Hechos 9:4-5.

 El artículo que salio en el diario La Nación refleja en parte la realidad que viven los cristianos en el mundo islámico: “La criminal agresión contra una iglesia copta en Alejandría, que dejó decenas de muertos y heridos, es sólo una muestra irrefutable de la campaña contra las minorías cristianas que se viene desplegando en África y Asia desde hace décadas, con el silencio culposo del resto del mundo. Esta agresión no se limita a intimidar personas, expulsarlas y recortarles sus derechos, sino que llega al asesinato”

 El poder abusivo y autoritario de los regímenes gobernantes nos recuerda el caso de Esteban que relata el capítulo 7 de Hechos de los Apóstoles. La intolerancia y persecución están a la vista. Lucas en su evangelio expresa las palabras del Señor Jesucristo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Jesús rogó por aquellos que le crucificaban y este Señor esta dispuesto a perdonar a los enemigos de su iglesia.  Esteban en su grito final exclamo: “¡Señor no les tomes en cuenta este pecado!

 Lucas en los primeros capítulos de Hechos nos muestra un contraste muy interesante entre el pueblo y sus jefes. Los últimos son los que oprimían y perseguían a los cristianos no solo por motivos religiosos sino también de poder y control. En el capítulo 9 de Hechos el representante de esos jefes era Saulo. Se encontraba persiguiendo a la Iglesia pero el Señor le dice: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues…”.  La relación entre Jesús y la Iglesia implicaba que perseguirla a ella era perseguirle a él. Se produjo entonces un encuentro con el poder transformador del Señor que tocó la vida de Saulo. Nuestros enemigos pueden transformarse en hermanos en Cristo.

 Lo cierto es que lo sucedido en el comienzo del cristianismo también esta pasando hoy. Países en que los poderosos persiguen a los cristianos o buscan modos de que su voz no se oiga. En estas situaciones algunos pueden estar tentados a pensar que debe haber una destrucción total de los malos antes que ellos nos destruyan. Esas palabras serían de condenación odiando a los malos y convencerse que para ellos no hay esperanza de salvación. Pero justo aquí se interpone el relato de la conversión de Saulo que muestra el poder transformador del evangelio. El evangelio de Jesucristo nos ha alcanzado a nosotros y ahora puede alcanzarles a ellos.

 Nuestra oración en este momento es por aquellos que persiguen a su iglesia, maltratan, excluyen, descalifican y matan. Orar para que tengan un encuentro con el Señor como lo tuvo Saulo. Que el Mesías se les aparezca en medio de su camino y lo que parece ser un poderoso e implacable enemigo caiga al suelo como cayo Saulo. Que se quite el abuso del poder, la injusticia y la persecución. Oramos por una transformación radical en las personas, los gobernantes, las naciones y que se experimente el nuevo nacimiento en Jesucristo. Oramos por la iglesia y por todos aquellos que están pasando situaciones de persecución. Nuestra responsabilidad y desafío es que “toda la iglesia” trabaje en unidad, solidaridad y cooperación a favor de los más débiles y desprotegidos, llevando el evangelio de la paz, justicia, verdad y amor.

 Renovemos nuestra confianza en el Señor que nos dice: “Edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). Llevemos “todo el evangelio” a “todo el mundo” hasta que el Señor vuelva.

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