Deserción misionera, retención y envío responsable

Deserción, retención y envío misionero responsable                                          Daniel Bianchi

Los participantes del Congreso Misionero Nacional realizado en Caxambu, Brasil, quedaron impactados al escuchar que el 75% de los misioneros brasileros enviados al campo habían dejado el campo misionero durante su primer período de servicio. Sin embargo en aquel momento no había datos que pudiesen confirmar o negar el informe. Esto junto a otros factores movió a la Comisión de Misiones de la WEA a emprender un estudio internacional para determinar las causas de deserción misionera. Dicho estudio comenzó en 1994. 

El entonces presidente de COMIBAM Internacional, Rudy Girón, fue designado coordinado del proyecto llamado REMAP  (Proyecto de Investigación acerca del Retorno Anticipado de los Misioneros). En aquella oportunidad se hizo una selección de 14 países (8 representantes de las nuevas naciones que envían misioneros y 6 de las naciones de envío tradicionales). Cada uno de esos países nombró a un coordinador para realizar la tarea de recabar la información y llevar adelante el proyecto en su respectiva nación. El instrumento de investigación fue traducida 4 idiomas y distribuidos a líderes de 453 agencias y entidades misioneras. En 1996 los resultados se comunicaron en un encuentro realizado en el “All Nations College” de Inglaterra ante personas de 30 países que discutieron las implicaciones de las conclusiones del estudio. Finalmente en 1997 los resultados del proyecto y otros importantes trabajos relacionados fueron publicados en el libro “Demasiado valioso para que se pierda” (Editado por Guillermo Taylor).

 

Síntesis de los descubrimientos:

  • 4400 misioneros provenientes de las 453 agencias estudiadas dejaron el campo entre los años 1992-1994
  • 71% salieron por causas previsibles
  • En conjunto se determinó que las principales causas  de deserción fueron:
    • Niños (Incapacidad de adaptarse a la nueva cultura, necesidades de educación, salud, conducta).
    • Salud: (problemas relacionados con la salud física y/o psíquica)
    • Falta de apoyo: (apoyo inadecuado en oración y/o finanzas u de otro tipo de parte de la base de envío Ej. Problemas de inflación).
    • Relaciones personales: (Problemas de reracionamiento con los líderes o con compañeros misioneros).
    • Temas personales: (Auto-estima, estrés, enojo, expectativas, soledad, soltería)

 

Resultados internacionales

I.  Nuevas naciones de envío

1.    Falta de apoyo

2.   Falta de llamado claro

3.   Compromiso personal insuficiente

4.   Desacuerdos con la agencia de envío

5.    Problemas de relación con los compañeros

II.  Naciones tradicionales

1.    Niños

2.   Cambio de trabajo

3.   Problemas de salud

4.   Problemas de relación con los compañeros

5.    Temas personales

 

Causas que fomentan la permanencia

La Comisión de Misión de la AEM realizó un segundo estudio unos diez años más tarde. Tuve la oportunidad de participar como Coordinador Nacional de Argentina para lo que se llamó REMAP II.

Para esta segunda instancia participé en Londres de un taller de preparación junto a otros coordinadores misioneros nacionales de los países que fueron parte de la investigación. Este trabajo procuró establecer las mejores prácticas que promuevan la permanencia a largo plazo de los misioneros en el campo de servicio. Este estudio se llamó REMAP II  (Proyecto para determinar la retención/permanencia misionera). La interacción con líderes misioneros de más de 20 países fue muy enriquecedora. Como resultado se definió el instrumento de la consulta que, traducido en los distintos idiomas, se  empleó para el mencionado estudio. Cabe destacar que solamente participaron las entidades misioneras con obreros transculturales que hubieran salido al campo por lo menos por tres años. Estas entidades fueron: Agencias/ sociedades/comunidades misioneras, Juntas misioneras denominacionales e iglesias locales enviadoras de misioneros. La encuesta fue totalmente confidencial y fue respondida por directivos de la entidad de envío. Los temas encuestados fueron:

  1. Proceso de selección
  2. Nivel educativo de los misioneros
  3. Capacitación requerida antes de salir al campo
  4. Cuidado pastoral de los misioneros
  5. Comunicación de la entidad
  6. Liderazgo de la entidad
  7. Orientación
  8. Ministerio
  9. Resultados ministeriales
  10. Apoyo y cuidado
  11. Finanzas
  12. Factores positivos y negativos para la tarea efectiva
  13. Duración servicio

Cabe resaltar que al finalizar este estudio se hicieron las conclusiones debidas y se informó en encuentros misioneros internacionales. Los resultados de Argentina fueron destacados, especialmente los que dieron cuenta del alto porcentaje de misioneros trabajando entre los menos alcanzados.

 

Algunos de los resultados de REMAP II

1.  Mayor importancia al proceso de selección y orientación

2.  Capacitación adecuada antes de salir (teológica/misiones/práctica)

3.  Comunicación fluida y eficaz

4.  Dependencia  de la oración

5.  Oportunidades de capacitación continua

6.  Cuidado integral de los obreros

7.  Prácticas sanas de liderazgo

8.  Confianza en la organización

9.  Posibilidad de innovación, creatividad

10. Buena relación con la iglesia enviadora

11. Buena relación con la iglesia nativa

12. Previsión para contingencias, imprevistos

13. Velar por la situación de salud, previsional y otras de los obreros

 

Aplicaciones para un envío misionero responsable

Se puede decir que si existió un “avivamiento a la latina” también ahora se corre el riesgo de tener un “envío misionero a la latina”.  Ante esto se debe realizar un envío responsable para que los misioneros no vuelvan heridos ni dejen el ministerio. Entre otras cosas se deben evitar los siguientes males: Insuficiente preparación espiritual y de carácter, poco cuidado pastoral de los misioneros, escasa capacitación y ministerio previo de los enviados, proceso de selección poco claros,  falta de participación activa de la congregación, pobre administración financiera, falta de previsión en temas de salud, emergencias, pasaje de regreso y otros.

Ante este panorama se debe trabajar en pos de que  los resultados no se midan por la cantidad de misioneros que se envían sino por los que permanecen en el campo y dan frutos y por quienes, habiendo regresado al país, tienen una vida y familia sana junto con un ministerio efectivo.

Por esta razón hay que realizar un envío responsable para que los misioneros sean cuiados y puedan cumplir debidamente con el ministerio al que fueron enviados.

 

1.  Preparación espiritual, de carácter y ministerial

La madurez emocional, espiritual y ministerial es un indicador esencial para saber si la persona tiene lo básico que necesita para considerar su posible salida al campo. Personas con serias deficiencias en su vida personal, de relación y de discipulado serán causantes de muchos problemas y ellos mismos también sufrirán. No es cuestión de enviar a todo el que tiene interés. Un buen obrero monocultural no necesariamente será un buen obrero transcultural.

 

2.  Atención pastoral de los obreros

El tema del cuidado pastoral de los misioneros no era un tema hace unos años atrás pero en la actualidad es algo que no se puede desatender pues siempre constituyó un factor muy significativo. Los que envían deben tener un medio para proveer el cuidado, atención y apoyo que los  misioneros necesitan. Enviar no es cuestión de poner personas en el campo. (En realidad eso es lo más sencillo de realizar y lo que más se promociona). La falta de cuidado se agudiza cuando los recursos económicos se contraen por cualquier razón. Ser responsable significa también velar para que los enviados sigan en el campo o regresen al país  cuando no pueden sostenerse dignamente o enfrenten crisis que no se puedan resolver en el lugar de servicio.

 

3. Énfasis en la capacitación bíblica y misionera

Este tema se viene tratando desde hace tiempo pero todavía no tiene toda la atención que merece. Puede que para algunos sea suficiente con tener un llamado porque luego Dios los prepara de manera directa. Para otros la capacitación en tan larga que terminan quedándose aún cuando debieron salir. En Argentina (y América Latina como en Brasil, Bolivia, Perú, Costa Rica, para citar algunos ejemplos) existen lugares de capacitación misionera, también hay programas de distinta duración. Sin duda que esto no parece suficiente, menos aún si no se aprovechan. Por otra parte la inserción misionológica en los altos centros de formación teológica sigue siendo un asunto pendiente. Frente a estos desafíos no es posible renunciar a la capacitación. Esa carencia limitará seriamente la adaptación cultural y el servicio, entre otras muchas cosas. Hay que usar lo que se tiene y mejorarlo pero también puede que haya que comenzar nuevas iniciativas. El estudio de REMAP II dio que las entidades que tienen mayor grado de retención de obreros requieren por lo menos tres semestres de capacitación formal. El estudio muestra que a mejor capacitación hay mayores posibilidades de servir a largo plazo.

 

4.  Proceso claro de orientación y selección

No todas las entidades, en esto las iglesias locales tampoco están exentas, cuentan con un claro proceso de orientación y selección de tal manera que la persona interesada conozca los pasos que tiene que dar, requisitos, preparación necesaria y tiempo probable de salida al campo. Por lo general hay tantos caminos de salida como líderes tenga una determinada institución. Esto no ayuda y añade a la confusión. Es necesario establecer un proceso y mantenerlo dinámico para que sirva a la gente y no se sirva de la gente. Quien considere salir al campo por medio de una entidad hará bien en pedir que se le explique claramente el proceso de salida, tiempo de permanencia, regreso al país y temas relacionados.

 

5.  Participación activa de la iglesia local

Los misioneros que salen sin el apoyo integral de una congregación tienen mayores dificultades una vez que están en el campo y también cuando regresen al país. Por esta razón, sin la activa participación de la iglesia local todo proyecto misionero a largo plazo tendrá seria dificultades de realización. La iglesia local tiene un rol indelegable y por lo tanto su compromiso es esencial. Es de esperar que la visión y compromiso no dependa de una sola persona. Así el misionero no quedará varado cuando ocurra  un cambio de visión del liderazgo o de práctica en la vida de la iglesia. Esto ha causado mucho dolor en los misioneros en el campo pues no siempre se les explica de que manera esos cambios pueden afectarlos.

 

6.  Valorización del rol de la entidad misionera

Un creciente número de iglesias viene tomado más iniciativa para realizar la tarea misionera sin contar con la participación de una entidad misionera. El hecho de que una iglesia local se comprometa con la obra misionera es algo fundamental y debe estimularse por todos los medios. Por otra parte hay que advertir a la iglesia para que no intente  cumplir la función de la entidad misionera. No muchas congregaciones pueden contar con el conocimiento, personal, experiencia y estructura necesaria. Los misioneros así enviados también tienen limitaciones. Esto requiere de cooperación basada en el reconocimiento y el aprecio mutuo.

 

7.  Administración financiera sólida

Este es un tema fundamental ya que va desde la tarea de apoyo que se realiza a favor del misionero hasta la recepción y tratamiento que tienen las ofrendas recibidas por iglesias e individuos, entre otras muchas cosas. La entidad enviadora debe girar las ofrendas para los misioneros en tiempo y forma. También es recomendable que se mantenga informado al misionero con los datos del ofrendante y el monto de la ofrenda. La falta de una administración cuidadosa puede traer muchas frustraciones, dificultades y limitar seriamente el desarrollo de la tarea. Hay que acordar las cosas (iglesia, entidad, misionero) antes de salir al campo y luego no hacer cambios por cuenta propia sin previa consulta y nuevo acuerdo. Un criterio sano es que la cuenta de misiones no esté a nombre de una persona sino a nombre de la entidad, que haya varios firmantes de manera conjunta y que la contabilidad esté abierta. La misma debería ser auditada por alguien que no pertenezca al grupo de liderazgo, familiar o de amistades de los directivos de la entidad. Todo recaudo para asegurar la transparencia es muy sano.

 

8. Previsión para contingencias

Los responsables del misionero tienen que prever que hacer en ante circunstancias inesperadas y de emergencia. Por ese motivo hay que poner especial atención a problemas de salud, costo del pasaje de regreso, embarazo y alumbramiento en el campo, traslado a otro país en caso de convulsión o guerra y otros asuntos. Bien se sabe que es mejor prevenir que lamentar.  Aunque por la cantidad de mensajes que se reciben con pedidos de socorro pareciera que puede decirse: “Es preferible ahorrar que luego mendigar”. En este tema hay que ocuparse de lo que se denomina la reinserción del misionero y el choque transcultural inverso.

 

9. Estructura misionera bien establecida.

Hay quienes no se sienten cómodos cuando se resalta la necesidad de contar con una estructura establecida para lograr mejor apoyo para la tarea misionera. Ciertamente es importante tener entusiasmo, voluntariedad y visión. Es esencial depender de la obra y dirección del Espíritu Santo. También es cierto que hace falta más que las buenas intenciones de quienes se juntan para comenzar una nueva entidad misionera, a veces, hay que decirlo, sin saber todo lo que eso significa. Cabe la pregunta ¿Es necesario abrir una nueva entidad por cada nueva visión o proyecto misionero que surja?. De más está afirmar que no es solamente cuestión de comenzar algo, por muy loable que sea, si luego eso no se puede mantener en el tiempo. Ese buen inicio (y corta duración) sucederá si el proyecto misionero se apoya en una persona, grupo de amigos, circunstancias favorables, búsqueda de protagonismo, aislamiento de otros que trabajan en el tema, etc.

 

10. Compromiso con el Reino de Dios

El que sale no debe ir para abrir una filial nacional en otro país llevando consigo normas, prácticas y estilos que no son adecuados al contexto cultural del campo de misión. Tampoco puede ir sin reconocer a la iglesia que ya existe en el campo (sin importar el tamaño o el estilo que esa congregación pueda tener).  El misionero es siempre un embajador y como tal representa a Jesucristo. Por esa razón procurará que su tarea fortalezca a los creyentes nacionales para que ellos puedan edificar una iglesia completamente enraizada en la Palabra e identificada con su propia cultura. Ser responsable al enviar es también preparar personas que no busquen su triunfo ministerial sino el mejor bien para la obra van a realizar.

 

11. Expectativas realistas

Puede suceder que quienes envían tienen falsas expectativas acerca de los resultados en el campo de misión. Esto puede obedecer a varios factores: desconocimiento de la realidad del campo, motivación equivocada para el envío, urgencias y presiones desde la base, desmotivación para seguir apoyando con el paso del tiempo, excesiva carga para ver resultados inmediatos, incomprensión de la complejidad de la cultura receptora, etc.  En tales casos se necesita recordar que los frutos no se miden solamente por los resultados numéricos de corto plazo (¡Aunque claro que debemos esperar resultados!). Tampoco se mide por la cantidad de misioneros que se envían sino por los que permanecen en el campo y dan frutos. También por quienes, habiendo regresado al país, tienen una vida personal y familiar sana que les permite llevar adelante ministerio efectivo.

 

Conclusión

No tenemos que enviar a toda persona que llame a la puerta y diga que tiene una carga para salir al campo misionero. Por lo menos no antes de reflexionar en todo lo que significa enviar responsablemente. De otra manera se puede caer en una imposición de manos ligera. Ligera porque declara una bendición que la persona no está en condiciones de recibir o ligera, porque quienes lo hacen no tienen el compromiso de respaldar de manera perseverante y a largo plazo su envío inicial.

 

Con el mismo énfasis hay que afirmar que no es cuestión de retrasar indebidamente la salida de los misioneros esperando que ellos tengan tal grado de madurez, preparación y unción tal que nunca los encontremos están listos para ser enviados. Sin duda Dios tiene lugar para todos en Su propósito redentor. Justamente quienes reúnen todos los requisitos deseables están tan establecidos en el ministerio local que no siempre están dispuestos a salir.  Los que fueron llamados a enviar no tienes libertad para adelantar, tampoco retrasar, el tiempo de salida. Juntos: iglesia, entidad, futuro misionero y los que reciban en el campo tienen que asumir las responsabilidades y privilegios de la labor misionera. No quedemos lamiendo las heridas de las faltas pasadas, tampoco las sacudamos como si nada hubiera pasado. Reflexionemos juntos y planifiquemos para que nuestro envío sea más numeroso y responsable que nunca.