IMITANDO AL MEJOR

En el plano artístico y profesional es frecuente hallar imitadores de  gente famosa. Hay la imitación humorística, que usualmente caricaturiza al imitado, emula su voz, gestos y atuendo.  Pero hay la imitación, si se quiere inconsciente, matizada por la admiración hacia el personaje, la influencia que este pueda ejercer sobre el imitador  o el parecido que favorezca a éste último para llamar la atención hacia sí, y de esta forma saborear un poco de la gloria ajena.

 

Está también la imitación del discípulo o aprendiz, cuyo líder es su “ídolo” y que actúa como el niñito que, cual espejo, reproduce las acciones de su padre.

 

Como comunicadores pudiera ser que nuestro estilo, gestos y expresiones estén influenciadas por otros profesionales del medio, sea  local o internacional, a quienes admiramos o seguimos por considerarlos exitosos y carismáticos.

 

Yo quiero proponer esta vez que imitemos a Cristo como el mejor modelo, el exponente ideal en el plano de la comunicación.

La Biblia nos muestra que Jesús es en sí la comunicación: Es  el VERBO, LA PALABRA, (Juan 1.1, 14).

Para el judío una palabra no era solo un sonido. La palabra hablada representaba algo vivo y estaba cargada de energía. Juan parece decirnos: Si quieren ver esa palabra de Dios creadora, viva, dinámica, activa, sabia y poderosa, que ha sido desde el principio vida y luz a los hombres, miren a Jesús. El es la Palabra de Dios que ha venido a habitar entre nosotros. El es la comunicación.

Jesús era el verbo. Su naturaleza es comunicar y crear por medio  de una acción continua sin consideración de principio ni fin a través de la Palabra. Jesús aquí es definido como la misma palabra. En los evangelios  Jesús predica la Palabra de Dios. Las palabras de Jesús son las palabras del padre y por eso las palabras de Jesús son espíritu y son vida.  La palabra que Jesús proclama es la revelación que Dios hace de sí mismo a los hombres. La Palabra de Dios. Jesús es la encarnación de la Palabra.

 

Jesús es la esencia, el centro y el origen de la comunicación de Dios.  (Hebreos 1:2,3) Jesús es el gran comunicador. Es un verdadero maestro y un excelente orador. Jesús es maestro en técnicas de comunicación; conoce el alma humana, sus necesidades, sus conflictos, sus decepciones, sus frustraciones y anhelos. Sobre la base de este conocimiento, utilizó los mejores recursos de comunicación a su alcance.

 

Hoy disponemos de muchos recursos audiovisuales; somos dependientes del Power point y del teleprompter. Aunque en los tiempos de Jesús no existieron medios como el Internet, la radio, la TV o la prensa, Jesús supo cautivar a sus oyentes  con un lenguaje inigualable. Con frecuencia usó el recurso del diálogo, tenía una tremenda capacidad de escuchar, de preguntar (entrevistar), inquietar y provocar respuestas. Lograba que sus mismos interlocutores sacaran la conclusión de su enseñanza.  Usaba refranes de su tiempo, era el maestro del contraste y de las comparaciones, en una comunicación vivencial, existencial, que invitaba a vivir el mensaje.

 

Tengo mucho que aprender e imitar de Jesús el Comunicador.