Dime quiénes son tus líderes…

Seguramente ya se tenía esa información, pero no es sino hasta estos momentos cuando sale a luz el primer nombre salvadoreño de alto rango en el caso de los Diputados asesinados en Guatemala el año pasado. Las investigaciones guatemaltecas colocan a Roberto Carlos Silva, diputado por el Partido de Conciliación Nacional, como el autor intelectual del asesinato de tres diputados salvadoreños. Sus intereses lo llevaron a contactar a un político guatemalteco que estando a fin con sus ideas, delegó a los matones que efectuaron el crimen. Actualmente, Roberto Carlos Silva, esta en proceso de ser deportado de los Estados Unidos hacia El Salvador. Esto por un caso de nexos con el narcotráfico, y ahora, aunque no se ha confirmado, bajo los cargos de dicho hecho. Esta es una realidad que nos lleva a reflexionar.

Con gran expectación al acercarnos a la Escritura encontramos la verdad contundente. A manera de canto, David en el Salmo 14 versos 1 al 3 asegura que: “El necio ha dicho en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, han cometido hechos abominables; no hay quien haga el bien. El SEÑOR ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguno que entienda, alguno que busque a Dios. Todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.” Este diagnóstico real que se percibe en todo estrato social, confirma la opinión que Dios tiene sobre nuestras corruptas decisiones, por ello pediría a Israel según Deuteronomio 16 versos 19 y 20: “No torcerás la justicia; no harás acepción de personas, ni tomarás soborno, porque el soborno ciega los ojos del sabio y pervierte las palabras del justo. La justicia, y sólo la justicia buscarás, para que vivas y poseas la tierra que el SEÑOR tu Dios te da.” Tal interés es aplicado por el mismo Jesucristo cuando pidiendo a sus discipulos que sirvan sin interes, según Marcos 10 verso 45 dijo: “Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

¿Porqué nos tardaremos tanto en reconocer lo corrupto de nuestra sociedad? Es que si lo reconociéramos, empezando con nuestras familias y alcanzando a nuestras instituciones, pudiésemos notar cambios que permitirían una mejor convivencia. Pero tal vez, sea necesario ir mas allá que solo reconocerlo. Porque la existencia de políticos y autoridades que actúan al margen de la misma ley que deben enseñarnos a cumplir, solo demuestra nuestra conformidad con la corrupción de la vida. Es que debiésemos aprender a ser sensatos para buscar a nuestros dirigentes. No, el problema no es de la política, ni mucho menos del Estado como institución. El verdadero problema se haya en el corazón de nuestros líderes civiles, los tales que en su momento la nación debiese elegir democráticamente.

¿Cuál razón tendremos para mantener líderes corrompidos por sus propios intereses? Seguramente el hecho de que al igual que ellos, tenemos un corazón que se inclina a lo malo, lo egoista, ambicioso y orgulloso. Este corazón que sigue negándose a tomar el camino de la sumisión y obediencia solo a Dios. Entonces necesitaremos aclarar cuál es el perfil ideal que nuestros líderes debiesen tener. Más aún, cuáles deberían ser los lineamientos que nuestros políticos debiesen aplicar. Porque no hay duda, mientras seamos una nación, los políticos serán necesarios. Pero más que privilegios debemos recalcar sus responsabilidades, incluso aplicándoles la justicia.

El ejemplo de los hombres y mujeres que ocupan lugares de eminencia entre nosotros sigue siendo un indicador del futuro de nuestra nación. Varios ejemplos ya se tienen en otros países sobre los resultados de permitir que la corrupción se asiente entre nuestros valores e instituciones. Necesitamos que Dios y su Palabra alcance genuinamente el corazón de nuestros líderes civiles. La Epístola de Pablo a Tito, en el capítulo 1 verso 15 nos recuerda que: “Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas.