Cooperación en el cuerpo de Cristo: Hacia un nuevo equilibrio

Nota del editor: El presente Texto Previo para Ciudad del Cabo 2010 fue escrito por David D. Ruiz, como una reseña del tema a debatirse en la sesión plenaria sobre “Asociaciones en el cuerpo de Cristo: Hacia un nuevo equilibrio global”. Los comentarios a este texto realizados a través de la Conversación Global de Lausana serán remitidos al autor y a otras personas para ayudar a dar forma a su presentación final en el Congreso.

 “Equilibrio” es una palabra difícil de pronunciar en estos tiempos. Las desigualdades han marcado con profundas diferencias todos los niveles de la sociedad. Nos ha cambiado, organizándonos en pueblos ricos y pobres, desarrollados y subdesarrollados; en comunidades modernas y atrasadas, en primer mundo y tercer mundo. Hasta la efectividad del evangelio nos ha dividido. Mientras hay iglesias que desperdician recursos en faraónicas construcciones (sea en el Norte o el Sur), hay otras incapaces siquiera de pagar un salario digno a su pastor o de sostener dignamente a sus misioneros.

Tenemos que preguntarnos si el vocablo equilibrio representa lo que tenemos en mente respecto de la cooperación global en la misión de Dios. Pero el término nos ha sido dado, y lo tengo que trabajar.

¿Es posible corregir el equilibrio global?

Cuando examinamos el texto bíblico nos damos cuenta que la desigualdad es un tema recurrente, una fatídica herencia de la caída del hombre que, lamentablemente, nos seguirá hasta el fin de los tiempos. Jesucristo anticipó que a los pobres siempre los tendréis con vosotros (Jn. 12:8). Cuando Él venga en Su gloria hará preguntas concernientes a esto a todas las naciones (Mt. 25:34-40). En la parábola del trigo y la cizaña nos muestra que tenemos que convivir (aun en la iglesia) con los hijos del maligno, y eso multiplicará nuestras desigualdades (Mt. 13). No será sino hasta el momento en que veamos descender la ciudad de Dios, la nueva Jerusalén, la ciudad equilibrada, igualitaria, que esa situación cambiará. Tal como la vemos en Apocalipsis 21, sus dimensiones son iguales (21:16), como así también las oportunidades de entrar; con tres puertas hacia cada uno de los puntos cardinales (21:13). No hay en ella luz y sombra, solo luz (21:23); todos tienen la misma relación con Dios. Él es su Dios y todos son Sus hijos en igualdad de condiciones y de situación (21:7).

Un motivo de dolor y oportunidad: El desequilibrio en el mundo debería ser para la iglesia un constante motivo de dolor, pero también una constante oportunidad. Los pobres brindan a la iglesia una oportunidad para abundar en buenas obras y ser bendecida por ello (2 Co. 9:8-10). El subdesarrollo y sus problemas nos ayudan a ejercitarnos en la compasión y hacer acopio del poder que Dios nos da para sanar toda enfermedad, y en Su mandato de establecer Su reino con compasión y amor (Mateo 10:7-8; 25:45). Sobre todo, es una gran oportunidad para proclamar el evangelio.

Un modelo de equilibrio: La iglesia de Jesucristo es lo más cercano al equilibrio que el mundo puede experimentar. Sus orígenes, en el libro de los Hechos 2:41-47; 4:32-35, lo demuestran. En momentos como este, las Escrituras demuestran que la iglesia puede ser el puente que conecte y acorte la brecha para con aquellos que están sufriendo por causa del desequilibro. Con ese fin, les proporciona una fuente de esperanza presente al compartirles los medios para su subsistencia, a la vez que los medios sobrenaturales para proveer para sus necesidades de salud física y también espiritual (5:12-16). Sin embargo, la mayor contribución que la iglesia puede hacer es brindarles la esperanza futura que el evangelio de Jesucristo ofrece para ellos. En estos pasajes vemos cómo pobres, ricos, académicos y mendigos, así como gente de diferentes trasfondos y grupos étnicos, fueron capaces de desafiar el desequilibrio. Demuestra que en el evangelio de Jesucristo siempre hay esperanza para todos, no importa cuál sea su origen, posición económica o social, ni su trasfondo cultural y étnico. Es posible para la iglesia desafiar el desequilibrio mundial, y cooperar.

Lamentablemente, no pasa mucho tiempo antes que el libro de los Hechos refleje en su registro el comienzo de las divisiones en la iglesia de Cristo. En Hechos 6:1 encontramos a la iglesia en tensión por la forma de repartir los alimentos, en especial para las viudas de diferentes etnias. Los apóstoles tratan el asunto pronta y conciliatoriamente, y logran un acuerdo favorable para la iglesia. Ellos se dedicarían a la predicación de la palabra; mientras tanto, la comunidad de la iglesia buscaría a un grupo de hombres con las características necesarias para cumplir esta responsabilidad. A partir de ese momento, los discípulos pudieron establecer que el mantener la unidad de la iglesia demandaría un contante esfuerzo y dedicación de parte del liderazgo. De esa manera, la iglesia continuaría siendo el ejemplo más cercano de equilibrio para el mundo, y sería efectiva en proveer respuestas y alivio para las diversas consecuencias del terrible desequilibrio mundial del primer siglo.

La división en la iglesia:

Las iglesias de Jesucristo enfrentan y han enfrentado dificultades para mantener la unidad. La primera epístola de Pablo a los Corintios es un testimonio de esta realidad; es una carta para una iglesia dividida. Desde el principio podemos ver que esta carta fue escrita por causa de una información acerca de contiendas entre hermanos (1:11), y para responder a preguntas acerca de realidades que provocaron división entre ellos.

La iglesia de Corinto nos ofrece un catálogo de las diferentes clases de división que se presentan en la iglesia de Cristo. Por ejemplo: divisiones (sjísma = lágrimas, grietas(1)), en 1:10; 12:25. “Partir, rasgar o desgarrar” (2) significa que está separado de los demás en pensamientos y mente; también encontramos contiendas (erémosis = “riñas indecorosas”(3)) en 1:11, donde cada cual está siguiendo un partido diferente. Continúa la lista con celos (zhlos = hervir(4)) en 3:3, como la amargura por recibir un tratamiento injusto en comparación con otros y, finalmente, están los pleitos (krima = pleitos) en 6:7, que son las acciones legales entre dos hermanos cristianos.

Nos gustaría decir que las divisiones en las iglesias y en las organizaciones cristianas vienen por causa de los inconversos que participan en ellas, pero debemos reconocer que las divisiones en la iglesia son una marca de nuestra falta de madurez. Como podemos leer en 11:19, las diferencias y divisiones muestran que todavía somos carnales (3:3). Por otra parte, las divisiones son la evidencia de una actitud centrada en nosotros mismos; en lugar de servir a otros, preferimos servirnos a nosotros mismos (10:24). Tener la actitud de que los otros sean más importantes no es una respuesta natural; debemos luchar y trabajar duro por eso (Ef. 4:3).

Aun cuando entendemos que el desequilibrio global no se puede corregir completamente, ¿es posible para la iglesia de Jesucristo desafiarlo? ¿Es posible proponer ejemplos para reducir la brecha entre los extremos? ¿Qué papel ha jugado la cooperación en ese proceso?

La aparición de COMIBAM

El movimiento misionero iberoamericano (5) aglutinado bajo COMIBAM (Cooperación Misionera Iberoamericana) representa un ejemplo que afirma que es posible la cooperación; las iglesias pueden trabajar juntas. Y cuando esto se logra, su contribución tiene consecuencias ilimitadas. Solo así puede explicarse la existencia de esta red regional que aglutina 25 países, más de 400 agencias misioneras y centros de capacitación, y un sin número de iglesias en toda la región.

En 1984 se iniciaron los planes para el Congreso Misionero Iberoamericano (COMIBAM), que se celebró en Brasil en 1987 con la asistencia de más 3100 delegados representando a todos los países de Latinoamérica. Aun cuando el primer congreso fue auspiciado por CONELA, el movimiento tomó rápidamente su propia identidad, llegando a tener una representación aún más amplia que CONELA. (6) A partir de ese momento, COMIBAM trabajó incansablemente para promover el surgimiento de un movimiento misionero activo en la región.

Un segundo congreso fue convocado en México para el año 1997, para hacer una evaluación y proyección del movimiento misionero iberoamericano, la cual estuvo basada principalmente en el proceso misionero. Este congreso transformó el movimiento, se inició el proceso de “iberoamericanización” del movimiento y se establecieron planes para una regionalización de Iberoamérica, permitiendo el desarrollo del potencial de los movimientos misioneros nacionales. Un nuevo modelo administrativo del movimiento fue creado. Se estableció un sano proceso de relevo de liderazgo que favoreciera la conexión con el movimiento de base.

El tercer congreso fue convocado en Granada, España, en 2006. El congreso demostró que el movimiento misionero iberoamericano era más grande de lo que se imaginaba, y su impacto mucho más significativo de lo que alguna vez se proyectaba. La participación activa y decisiva de más de 280 misioneros activos en el campo en más de 60 países contribuyó a lograr un mejor entendimiento de la realidad de los misioneros en el campo. Sobre todo, reconocimos con humildad que el espíritu de sacrificio es el mayor motor de nuestra fuerza misionera latina, aun en medio de las deficiencias en finanzas, estructuras misioneras y el cuidado y la atención de los misioneros por parte de las iglesias que los envían.

La contribución de COMIBAM a lo largo de su existencia

Reflexión misionológica: A partir de 1984, COMIBAM ha generado una dinámica que ha favorecido la reflexión misionológica de Iberoamérica. Ha provocado el desarrollo de una creciente generación de misioneros y misionólogos, como así también de estudiantes del tema en un número creciente. Sus contribuciones escritas son ya un legado que ayuda a interpretar el nuevo mundo misionero latino y global en el que vivimos.

La centralidad de la iglesia: Otra contribución significativa es el creciente número de iglesias involucradas en el proceso misionero. Se cuentan por miles y representan a la mayoría de las corrientes teológicas de la iglesia evangélica. Estas contribuyen, según los cálculos realizados en el último congreso, con más de cuatro millones de dólares por mes para el sostén de su fuerza misionera.

Una fuerza misionera: Otro resultado significativo ha sido el crecimiento sostenido de misioneros en más de un 15% anual, cuyo número ahora sobrepasa los 12,000 misioneros iberoamericanos. Sirven en la plantación de iglesias dentro de los grupos más necesitados y menos evangelizados en más de 60 países. (7) COMIBAM es ya un hito histórico en el proceso de conectar la reflexión misionológica a la realidad de la iglesia iberoamericana.

Un cambio paradigmático: Quizá uno de los papeles más significativos que COMIBAM ha desempeñado ha sido el achicar la brecha entre países “tradicionalmente enviadores” y “nuevos enviadores” de misioneros. Lo ha hecho de distintas maneras. En primer lugar, ha conectado la reflexión misionológica de Iberoamérica con la iglesia global, ganándose el derecho de sentarse en igualdad de condiciones en las mesas de diálogo más reconocidas en el mundo evangélico.

En segundo lugar, ha mantenido un serio e intencional esfuerzo por lograr el reconocimiento de la fuerza misionera dentro de la iglesia global, logrando que sea respetada y escuchada con atención.

En tercer lugar, ha trabajado arduamente para mantener abierto un camino de doble vía que favorece ahora la contribución y aprendizaje en temas misioneros con movimientos misioneros de otras latitudes. Adicionalmente, COMIBAM ha participado activamente en el diálogo misionológico con otras fuerzas misioneras emergentes del hemisferio sur. Conjuntamente, han creado un lugar de encuentro para la reflexión sobre temas de iglesia, movimientos misioneros y desarrollo misionológico en el mundo mayoritario.

Finalmente, COMIBAM ha desempeñado un papel protagónico en el desarrollo de la cooperación misionera, así como en el desarrollo de alianzas estratégicas entre las fuerzas misioneras emergentes, lo que ha catapultado el intercambio misionero y la reflexión misionológica entre ellas.

Estamos seguros que la participación de COMIBAM en los últimos 15 años ha sido un elemento significativo para achicar la brecha entre las fuerzas misioneras de Occidente y el resto del mundo. Ha ayudado a corregir la desigualdad entre las fuerzas misioneras emergentes del Sur global y el Norte. Sobre todo, ha creado una conciencia de comunidad misionera dentro de la iglesia global para afirmar el hecho que la iglesia en el mundo es una y que Dios puede usarla con poder, sin que importe de dónde esta provenga.

Lecciones difíciles acerca de la unidad

Como resultado de esta corta pero fructífera experiencia podemos decir que la cooperación ofrece una alternativa para una vida mejor, pero es muy cara. Hay un alto precio que pagar por la cooperación. Quienes han participado en el liderazgo de COMIBAM pueden confirmar este hecho. Volviendo a la primera epístola a los Corintios, Pablo continúa enseñándonos. Ahora más que nunca, son las lecciones difíciles acerca de la unidad las que deben ser presentadas a la iglesia que lucha para mantenerse unida.

El costo de la unidad: Por un lado, la unidad es una evidencia del camino ascendente a la madurez espiritual. Como tal, cada paso cuesta, cada movimiento por avanzar duele y nos recuerda constantemente la pregunta: ¿Estamos dispuestos a pagar el costo de la unidad? En 1 Corintios 4:6-13 encontramos las actitudes correctas para alcanzar y mantener la unidad. Son tres actitudes dolorosas pero necesarias para trabajar y mantener la unidad:

La humildad (1 Corintios 4:7) es la primera de ellas. Pablo nos deja tres preguntas claves que nos ayudan a mantenernos humildes en cualquier relación. “¿Quién te distingue?”. “¿Qué tienes que no hayas recibido?”. “Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?”. En el supremo ejemplo de la cooperación entre el Padre y el Hijo presentada en Filipenses, la humildad es la característica más importante (Fil. 2:5-11).

La segunda actitud es estar preparado para la humillación (4:9-10). En los versículos 9-10, Pablo usa dos palabras: “exhibir” y “espectáculo”. Las dos se usaban para aquellos que marchaban en procesión, como esclavos condenados a muerte, hacia la arena donde morirían. Esto enseña que aquellos que están buscando trabajar y procurar la unidad deben estar dispuestos a ser humillados en el proceso. A los que causaron la división, Pablo les pregunta luego: ¿No sería mejor soportar la injusticia? ¿No sería mejor dejar que los defrauden? (6:7). Pablo comparte 3 ejemplos de humillación tomados de su propia experiencia:

  1. Ser desechado después de haber prestado un buen servicio, después de haber conseguido ellos lo que querían de él (4:8).
  2. Ser el último cuando debería ser de los primeros (4:9). Es una triste escena de aquel que ha sido el padre espiritual de ellos (4:15) y que ahora es considerado un sentenciado a muerte.
  3. Ser ignorado, aun cuando tiene una opinión o posición acerca de lo que está sucediendo (4:10). Aquellos que aprendieron de él, aquellos a quienes les abrió las puertas para encontrar el camino al éxito, ahora lo consideran ignorante, débil y despreciable.

La tercera actitud es estar preparado para ser tratado sin ningún respeto (4:11-13). Con tal de mantener la unidad, nosotros debemos estar dispuestos a ser tratados, en palabras de Pablo, como escoria, “las inmundicias que se tiran al limpiar”(8). También nos da 3 ejemplos:

  1. No recibió de ellos el reconocimiento que merecía a los ojos de Dios (4:11).
  2. No recibió un tratamiento respetuoso a pesar de que trabajó duro y con buenos resultados (4:12).
  3. No recibió la posición que merecía y había ganado (4:13). Refiriéndose a esto, Crisóstomo dijo: “Él ha pasado a través de mil explotaciones”. (9)

El aliciente de la unidad: Pablo reserva para el final de la epístola la lección más difícil acerca de la unidad, que es esta: “Un grupo unido comienza por mí”. Debemos trabajar por la unidad como un compromiso personal con Dios en vez de desperdiciar el tiempo buscando al culpable de haber roto la unidad, el cual, muchas veces, somos nosotros mismos. El epílogo de esta carta nos recuerda esto en tres frases: (15:58)

  1. Estén firmes, que nada los pueda mover (ser maduros y mantener la unidad).
  2. Siempre entréguense completamente al trabajo del Señor (estar comprometidos con el Señor a pesar de los hombres).
  3. Recuerden que su labor para el Señor no es en vano (confiar en la justicia de Dios que, al final, dará a cada uno lo que merece).

Trabajemos duro para mantenernos unidos y, sobre todo, estemos dispuestos a pagar el costo. Solo así podremos mostrar una iglesia que desafía el desequilibrio y achica las brechas que este produce. El equilibrio es la actitud mental de saber que estamos haciendo lo que agrada a Dios en la búsqueda de la cooperación, aun cuando estemos en una posición de desventaja.

Termino compartiendo los sueños que me hicieron venir a Lausana III y escribir esta plenaria:

  1. Sueño con que entendamos que más que un estado de equilibrio, necesitamos esa actitud que nos permita a todos considerarnos, finalmente, miembros del mismo cuerpo, con igualdad de posibilidades y oportunidades para contribuir juntos a la evangelización del mundo. Que dejemos a un lado la sospecha, la competencia y el orgullo, y adoptemos una actitud de aprendices para aprovechar las lecciones que nos pueden enseñar aquellos a quienes Dios está usando, aun cuando no sean de nuestro continente, de nuestra teología, de nuestra organización ni de nuestro círculo de incondicionales.
  2. Sueño con que en lugar de buscar que se haga realidad la utopía de que aquellos que tienen recursos económicos estén dispuestos a pagar las cuentas de aquellos que tenemos misioneros, escuchemos de nuevo la pregunta que Dios le hizo a Moisés: “¿Qué […] tienes en tu mano?”. Participemos en la evangelización global, dejando para lo último la pregunta de los recursos económicos, confiando que el Dios que nos envía, proveerá.
  3. Sueño con que como resultado de este congreso aprendamos que el mundo no necesita más consultas y congresos donde, luego de gastarnos tanto dinero, terminemos solo con nuevas definiciones de las palabras cooperación, accountability (rendición de cuentas), recursos, confianza, etc., o con otro nuevo plan donde les demos un nuevo nombre a los perdidos, pero no hagamos nada concreto para que sus nombres estén escritos en el libro de la vida. Terminemos con esa colonización de las ideas que trata de imponernos nombres, slogans, programas, sistemas y métodos, y seamos amigos por fin, socios en la evangelización. Hagamos el evangelio disponible para los que no lo tienen, hasta lo último de la tierra y hasta las últimas consecuencias.
  4. Sueño que este congreso cambie nuestra mente para siempre. Que nos demos cuenta al fin que el mundo que conocimos ya no existe, que son nuevos tiempos. Que nuevos vientos del Señor están moviendo nuevas iglesias para la evangelización. Este congreso ha demostrado que la iglesia que disfrutó de la época de oro de las misiones es ahora la minoría. Las fuerzas misioneras que están creciendo no tienen historia misionera. Los misioneros efectivos son los que van capacitados contextualmente, inflamados de pasión. acompañados por sus iglesias y encarnando el evangelio de Jesucristo en el poder del Dios Trino. Aprendamos a respetar el reloj de Dios y a quienes el Espíritu ha llamado a guiar ahora el mover misionero.

Con esto sueño, y termino.

© The Lausanne Movement 2010  

  1. Mare, Harold en Gaebelein, Frank E, ed, Expositor’s Bible Commentary, Volume 10, (Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1976) p. 193
  2. Robertson, A. T. Imágenes verbales en el Nuevo Testamento, (Barcelona:Clie, 1989) p. 114
  3. Ibid, 115
  4. Ibid, 138
  5. Nota: Iberoamérica es la región geográfica que incluye Latinoamérica, el Caribe de habla hispana, Brasil, los hispanos de Norteamérica y los países de la península Ibérica. Para mayor información, vea Uslar Pietri, Arturo, Cuarenta Ensayos. (Caracas, Monte Avila, 1990)
  6. Núñez C., Emilio y Taylor, William D., Crisis and Hope in Latin America, (Pasadena: William Carey Library, 1989) p. 168
  7. Para mayor información ver: http://www.comibam.org/catalogo2006/index_i.htm
  8. Robertson, A. T. Imágenes verbales en el Nuevo Testamento, (Barcelona: Clie, 1989) p. 157
  9. Edwards, Mark J., ed. Ancient Christian Commentary on Scripture, Vol. VIII, (Downers Grove: InterVarsity Press, 1999) p. 227