RENOVACIÓN-COHERENCIA Y EVANGELISMO MUNDIAL Y LA IGLESIA

Texto Bíblico: Romanos 12:1-2 Por lo tanto hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual es la buena voluntad de Dios agradable y perfecta.”

Introducción

La vida Cristiana es una constante invitación a lo nuevo, comienza con el milagro del nuevo nacimiento, que crea nuevos hombres y mujeres, viviendo nuevas vidas y junto a otros que viven la misma experiencia hacen surgir una nueva Comunidad que debe vivir renovándose  a sí misma y renovando el entorno en que vive hasta aquel día glorioso tan esperado donde habrá nuevos cielos y nueva tierra.

Frente a todo esto debemos asumir como una necesidad, la constante renovación de la Iglesia, fundamentados en nuestro texto Bíblico entendemos dos pensamientos básicos: Por un lado la necesidad de renovar nuestros sentimientos cuando ofrecemos a Dios nuestro culto usando siempre la razón, y por otro lado la renovación de los valores sobre los cuales se hace la evaluación de la vida.

 

¿Cómo está nuestra respuesta al Amor de Dios?

El texto nos llama a poner nuestra confianza en las misericordias, en la compasión, en el amor de Dios que se manifiestan siempre a favor de nosotros. El amor divino es la base de la redención. Expresa las buenas intenciones de Dios para con la sociedad, el universo, y el mundo en que vivimos. El hombre sigue siendo su principal objetivo de amor.

            Concientes y compungidos por esto, debemos ofrecernos íntegra y voluntariamente a Dios. Esta es nuestra respuesta lógica y surge de una mente que recibe y comprende,  y luego responde al Señor con una entrega absoluta e integral del cuerpo y la mente. Pablo llama a esto, el culto racional.

            Por eso decimos que la renovación de la Iglesia exige una renovación de los sentimientos. Esto ocurre cuando la mente reflexiona en las misericordias de Dios y responde a ellas con una conciencia emocionada y responsablemente motivada.

            A veces nos pasa que la espiritualidad y la santidad suelen estar divorciadas de la razón.

La palabra de Dios nos habla de ambas cosas. Hay una apelación directa a que  nuestro culto sea una respuesta, una vida emocionada ante la misericordia de nuestro Buen Dios.

Este equilibrio o balance debe manifestarse en el culto. A veces somos extremadamente racionales, y otras veces absolutamente existenciales o vivenciales. La Palabra nos indica que debemos cultivar las dos cosas.

 

Conciencia, Emoción y Consecuencia

            La renovación de la vida comienza en  el interior de nosotros mismos y hace que la respuesta en adoración a Dios sea la respuesta de la razón; pero no una razón fría , sino una razón emocionada, apasionada, rendida frente a las expresiones del amor de Dios. Entre nosotros son pocos los grupos que reúnen estas condiciones de conciencia, emoción y consecuencia.

            Hay los que tienen conciencia, pero sin emoción  y sin consecuencias. Son aquellos que articulan una teología centrada en el hombre. Tienen mucha conciencia, mucha teología, son profundos, pero en su ser no les palpita ninguna emoción , y no articulan una conciencia que tenga consecuencias practicas en la vida.

            Luego están los que tienen mucha emoción; expresan su sentir de manera completamente libre, pero sin consecuencia, sin entender los propósitos de Dios para el hombre, sin percepción de la vida. Se trata de un culto meramente vivencial. Son capaces de articular alabanzas sin impactar ni influenciar en una calidad de vida mejor.

            En tercer lugar, están los que asumen responsabilidades, pero sin emoción y sin  conciencia. Son legalistas, carecen de una conducta y una expresión de vida, porque  está toda reglada y sistematizada, sin una experiencia profunda en las cosas del Espíritu.

Por eso en la renovación de la vida y de la Iglesia, es necesario que haya diaria y constantemente una frescura  en nuestra adoración que ofrecemos a Dios.

 

Veamos algunos valores Trascendentes para meditar hoy 

            El versículo nos exhorta: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”

El texto nos llama además a una renovación de los parámetros con los cuales  hacemos la evaluación de la vida. Esto sucede cuando la comprensión, los presupuestos y las  premisas con los cuales juzgamos la vida son diferentes a los que rigen el presente orden de cosas.  

            Lo que sigue del versículo 3 al 21 nos muestra cual es el estilo de vida que debe ocupar la conciencia cristiana, es decir los valores. Muchas veces leemos los primeros dos versículos sin relacionarlos con el resto del capítulo. Aquí Pablo nos habla de la percepción de la conciencia cristiana y  nos estimula  a actuar en consecuencia.

En los versículos 3 al 21 hay una serie de características notables con las que Pablo nos exhorta a apropiarnos y desarrollar  nuestra vida cristiana.

            Muchos nos jactamos  de nuestra sana doctrina, de nuestra conducta, de nuestra santidad, mientras que somos personas carnales desde el punto de vista de Dios. Conservamos ciertas  apariencias, estilos y perspectivas  de la vida que nacieron en el seno de nuestras denominaciones. Estas no tienen coherencia con la vida cristiana que el Apóstol Pablo plantea aquí. Hay apariencias entre nosotros, mucha forma y hasta usamos las mismas líneas de pensamiento que usábamos antes de conocer a Jesucristo.  El Apóstol  quiere llegar  a la vida más íntima de la Iglesia, en ves de preocuparnos por externo.

Debiéramos tratar más con  la esencia, la vitalidad de la realidad interior, para adecuarlas a la verdad del Nuevo Testamento.

            Aveces pensamos equivocadamente que no conformarse al mundo  es  oponerse a cualquier moda y de esa manera  creamos nosotros la antimoda..

            Aún más,  pensamos que no nos conformamos a este mundo cuando  evadimos el compromiso con la sociedad y su desarrollo o transformación. Así nos alienamos; salimos de la vida, nos retiramos de la historia, nos auto- aislamos. Asumimos un pseudoespiritualismo absoluto, desde  nuestros propios reductos solitarios y enfrascados en el seno de nuestras congregaciones a manera de campana de cristal.

            Es prioritario que la renovación de la Iglesia se origine en nuestros sentimientos al ofrecer nuestro culto a Dios, pero que incluyan la razón, y una renovación de los valores  cristianos y bíblicos con los cuales se hace la evaluación de la vida.

 

Vida y Mundo

            Necesitamos concienciarnos de una profunda y amplia visión del mundo, a través de una integral, reflexiva, intima  y piadosa vida delante de Dios. Si queremos vivir  una iglesia renovada real, esto es primordial. Sin dicotomías, debemos vivir de una manera piadosa, teniendo conciencia del mundo que  nos rodea.

            Vemos en la historia del Profeta Elíseo, un hombre capaz de ver la gloria de Dios, ver lo que los demás no conseguían ver, ver los ejércitos del Señor, cuando los demás veían solo los ejércitos enemigos, ver lo trascendental, ver lo que no se ve… pero sin dejar de ver la vida tal como es, este es un hombre que no solo ve la gloria de Dios, sino también ve el dolor de su pueblo, que incluye la situación de la mujer, el hombre y los niños frente a los enemigos. Esta visión de Dios y de la vida se  tiene que meter en nosotros. Si espiritualizamos la Gloria de Dios, nos alienamos, evadiendo la realidad de la vida. Si solo vemos la vida como una carga, nos transformamos en seres humanos amargados sin contenido interior y es allí, en la vida interior donde radica nuestra salud como hombres y mujeres de Dios.

 

Misión y Compromiso Comunitario

            Necesitamos desarrollar una profunda reflexión y perspectiva de nuestra misión en el mundo, por un lado con un sólido testimonio de vivencia comunitaria, y por el otro tiene que haber un equilibrio entre la misión y el compromiso comunitario. Aquellos que solo emprenden compromisos misioneros , a veces critican a la Iglesia con  tanta intensidad que pierden la objetividad y la visión del amor fraternal y toda la riqueza de la comunión.

Pero allí justamente radica el equilibrio entre el compromiso con la Iglesia local sin perder de vista que el Señor también nos ha llamado a la misión de llevar el mensaje  y plantar su Iglesia hasta lo último de la tierra

Pero también están  aquellos que se metieron demasiado dentro de sus congregaciones de tal manera que viven un cristianismo para si mismos sin una visión del mundo en derredor, y el deseo de Dios por alcanzar a todos.

 

Salud Psíquica y Emocional

            Es necesario revisar seriamente la salud psíquica de nuestras congregaciones, en este mundo enfermo que nos toca vivir. Debemos ser para nuestra sociedad la alternativa válida de salud psíquica y emocional. Ser una Iglesia renovada es ser parte  de una Iglesia que  experimenta una sanidad psíquica. No basta tener los  templos llenos de personas con las manos en alto viviendo un entusiasmo enfermizo, que no sana, que no trata, que no trabaja con las causas más profundas del problema del hombre, siendo sal que no sala y luz que no alumbra.

            Detrás de nuestro entusiasmo y fervor espiritual y emocional hay muchas carencias, patologías, mucha enfermedad. Muchas veces nuestro pueblo es neurotizado por nosotros desde el púlpito, por nuestros mensajes opresivos y enjuiciadores, alienados por nuestro legalismo que niega la gracia de Dios que nos acepta y transforma. ¡Y cuantas veces es neurotizado por nuestras propias estructuras opresivas de iglesias dirigidas por caudillos, patriarcas y clanes familiares.

            Si queremos ver la renovación en la iglesia debemos sanar psíquicamente a nuestras congregaciones. Hay personas en clínicas psiquiátricas que fueron participantes de nuestros cultos y hoy están con enfermedades que fueron producidas en medio de ellos.

Nuestra proclama de que Cristo ofrece vida abundante tiene que dejar de ser mero triunfalismo y retórica, para pasar a ser algo que el pueblo de Dios encarna y vive intensa y apasionadamente.

 

Una Visión Mayor de la Redención

            Es necesario alentar a la iglesia a ser una comunidad que se apropia  de la vida como un todo, dejando claro que la redención es mayor que la caída. Da la  impresión de que para nosotros Satanás continua siendo victorioso, porque no conseguimos restaurar los derechos que tenían nuestros primeros padres en el huerto del Edén antes de la caída . Solo entendemos la salvación en términos de nuestra espiritualidad sin que afecte el cuerpo y el alma. No proclamamos la redención de las marcas que la caída dejó en las cosas cotidianas de la vida.

            Nuestra visión de la redención debe ser más amplia y consistente que nuestra visión de la caída. El no poder vincularnos adecuadamente con la misma naturaleza, implica limitar nuestra teoría de la redención. Pensamos que  nuestra redención es abstracta, espiritual, para realizarse solo  en un nuevo cielo y una nueva tierra. Es preciso rescatar nuestra propia percepción de ella, como parte de la creación. Generalmente nuestra espiritualidad es una espiritualidad de templos, de paredes y puertas, con oraciones de ojos cerrados. No logramos ver una espiritualidad, con frutos sabrosos,  árboles y flores, con agua de nuestros ríos y arroyos,  y con el cielo azul de fondo. No logramos entender a Pablo cuando dice que todas las cosas existen por amor a nosotros, sea el universo, sea el mundo, sea la vida, sea la  muerte, sean las cosas presentes, sean las cosas futuras, todas las cosas existen por amor a nosotros. No logramos vivir una espiritualidad que se haga carne en nosotros. El Amor de Dios expresado en cada cosa  tiene color,  tiene olor,  tiene belleza, tiene muestras de la creatividad  inigualable y bien intencionada de Dios a nuestro favor. Es un amor por redención.

 

Discipulado Comprometido

            Es necesario desafiar a la Iglesia a ser un lugar donde las tradiciones son moderadas, y donde el discipulado sea serio, responsable y comprometido, pero no extenuante , porque depende de nosotros. Relacionar a nuestros discípulos con el Señor debería ser una  realidad con la fuente de vida; y nosotros apenas instrumentos  de Él Somos invitados a una vida plena y a la vez , a una vida comprometida. También el Señor nos ha dicho que su carga es ligera, no es demoledora y pesada. Sus mandamientos, no son gravosos ni violentadores, ni psicopatológicos; su carga es fácil y ligera.

 

Compromiso con la Transformación Histórica

            Es necesario desarrollar madurez a fin de que la iglesia tenga los ojos abiertos para la dimensión política, sin dejarse dominar por ideologías o partidos políticos de turno, sin llenarse de las amarguras sociales. Otra vez nos cuesta el equilibrio. O somos aquellos que hacemos opciones influenciados por instrumentos de mediación política, rebajando las demandas  del Reino de Dios  vulgarizandolo; o vamos al otro extremo de no tener nada que ver con la vida, ni con la política, ni con los acontecimientos y cambios sociales que suceden en nuestro derredor.

            Lo que precisamos urgentemente es vivenciar nuestro compromiso con la transformación histórica de nuestro pueblo, pero sin dejarnos influenciar por ideología alguna, ni por ningún instrumento político que quiera dominarnos, pues nuestro compromiso absoluto es con el Reino de Dios; un compromiso que, según el Dr. Francis Schaeffer, nos coloca como cobeligerantes en los temas que promuevan la justicia, la verdad, la bondad, la igualdad y la libertad.

 

 

Renovación de las Familias

            Es necesario desarrollar en la iglesia un cuidadoso trabajo en las relaciones emocionales y familiares. Andando por este país tenemos contacto con muchas familias de pastores y líderes disfuncionales. En conferencias, congresos y retiros donde vamos, es frecuente que seamos llamados a atenderlas. Algunos reafirman el amor  para con su cónyuge, pero lo asumen como un amor sufrido y sumamente estoico y debatiéndose siempre entre muchas  necesidades económicas, que van desde lo más básico como salud, educación, vivienda etc., esto desnuda una ya vieja falencia; cual es el poco cuidado que el pueblo evangélico brinda a  sus pastores y líderes en general.

            Es preciso que la renovación pase por el calor de nuestras casas, que sane nuestras relaciones conyugales. Que restaure nuestra capacidad de dialogar, de oír de perdonar. Que restaure nuestro amor por los hijos. Que nos haga volver el corazón nuestro hacia ellos y el corazón de nuestros hijos hacia nosotros. Es por eso que les dije que no importa que tengamos los templos llenos de personas con las manos levantadas en alabanza a Dios, pues muchas de ellas saben de memoria los gestos y toda la coreografía de la onda que está de moda en la iglesia, mientras que su vida de hogar es absolutamente infeliz y mediocre. La gracia que afirmamos tiene que ser gracia en nuestros hogares, gracia que sana, que ama y abraza, alienta y que además nos enseña a aceptarnos  tomados de la mano los unos de los otros.

 

Hasta las Ultimas Consecuencias

            Es necesario desafiar a la iglesia  que sobre la sólida base de las Escrituras y de la fe, tenga el coraje de llevar a la gente hasta las últimas consecuencias de su fe. Cuando le ponemos una camisa de fuerza a la teología, le quitamos la posibilidad de llevarla hasta las últimas consecuencias  en los temas nuevos que nos presenta y desafía este nuevo milenio.

            Esto es algo que tenemos que aprender, que la doctrina que proclamamos deje de ser una discusión distante y metafísica, para ser una doctrina con implicancias en lo social y en el aquí y ahora.

            Tenemos que aprender a vincular la  redención con la resurrección  de Jesucristo, pues eso también tiene que ver con la teología de la preservación de nuestro medio en el cual nos desenvolvemos.

            En fin, hay muchos temas asumidos por nosotros, cuyas implicaciones no asumimos hasta las últimas consecuencias. Es preciso que avancemos sobre la base de las Escrituras en los temas nuevos que la vida moderna coloca en el camino de la Iglesia, con el compromiso de responder con altura las demandas que nos presenta. No hace falta inventar nada nuevo; solo es necesario hacer que lo que ya tenemos llegue a donde debe llegar. A todos, e influencie a todo.

 

Ministerio Carismático sin Misticismo.

            Es  necesario convocar a la iglesia a desarrollar un ministerio carismático, que no prescinda del intelecto, y que no caiga en el misticismo. En nuestro país , no es un Evangelio teórico, aristotélico, elaborado sistemáticamente por nuestra tendencias denominacionales el que va a romper y quebrar los terrenos de la hechicería y el ocultismo; no es este Evangelio el que expulsa los demonios de las personas; tampoco es el Evangelio teórico de nuestros compendios de teología el que enfrentará  las realidades más terribles de la oscuridad maligna que oprime y esclaviza a nuestro pueblo.

            Es necesario que tengamos como dijo Pablo en Romanos 15, un Evangelio conocido por palabras, por obras, por señales y prodigios. Si no integramos todas las partes no podemos hacer frente a las demandas de nuestro tiempo. Articulamos mucho nuestro discurso teológico, apologético, social; pero es preciso desarrollar un Ministerio Carismático lúcido y sencillo sin rarezas ni mezcla de animismo que no sea de modo alguno algo que prescinda de la mente, sino un ministerio carismático inteligente, bien articulado sencillo y basado profundamente en las Escrituras, y que no caiga en el misticismo.

 

La Centralidad de la Cruz

 

En nuestro ministerio, en nuestras Iglesias y en nuestros mensajes es fundamental que volvamos a la centralidad de la Cruz de Cristo.

Ultimamente este mensaje se ha vuelto impopular y para algunos líderes predicar sobre la Cruz de Cristo hoy significa perder gente y, entonces hemos estado predicando un Evangelio sin Cruz y sin demandas que producen conversiones sin profundidad ni arraigo en Cristo y ante la menor adversidad o prueba de fe de ese convertido con ese otro evangelio de la   Pos -  modernidad,  hedonista y sin arrepentimiento claudican y son presa fácil del pecado y las tentaciones, que el mundo les presenta.

Predicar el Evangelio sin la cruz de Cristo es prostituir el mensaje de Dios para el hombre.

El hombre y la mujer de hoy como ayer y siempre tienen, que pasar por la cruz necesariamente para poder vivir y experimentar la nueva vida de Dios, de lo contrario estaremos acomodando nuestro mensaje a lo que la gente gusta y quiere escuchar y no a las demandas de Jesús quien  dijo: “Si alguno quiere ser mi discípulo niéguese a sí  mismo, tome su cruz cada día y sígame”

 

Reconciliación y Perdón

            Es necesario llevar a la Iglesia a darse un gran abrazo de reconciliación y perdón. Está demás que estemos hablando aquí de la renovación de la Iglesia si no la llevamos a la práctica para vivir una renovación  de divisiones históricas y de nuestras luchas y querellas ridículas que han separado las denominaciones cristianas.

Algunos de los cismas ocurridos en el siglo XVI aún existen hoy en día, y seguimos distanciados y divididas por  detalles históricos de siglos atrás.

            Hermanos debemos perdonar la historia; necesitamos perdonar las estructuras de nuestras respectivas denominaciones. Es necesario que aprendamos a convivir con las diferencias periféricas, sin perder las convicciones personales. Es preciso que trabajemos para fortalecer los lazos de cooperación y fortalecimiento entre los diversos grupos cristianos. Para que esto acontezca, es necesario que aprendamos a pensar en la Biblia a partir de las realidades del reino de  Dios, y no de nuestro encierro denominacional y sectario.

            Que bueno sería ver a  los metodistas  y anglicanos, a los presbiterianos, los anabaptistas darse un abrazo y trabajar juntos por el Reino de Dios.

Que bueno sería ver las iglesias históricas abrir los brazos a sus hijos pentecostales!

            Que bueno sería ver a los pentecostales abrir los brazos a sus hijos carismáticos!

 

Si nosotros queremos dejar de teorizar sobre la renovación de la Iglesia, es preciso que  nos dispongamos a abrazarnos fraternalmente. Creemos que una Iglesia que tenga una renovación emocional de la razón del  culto vivencial que ofrece a Dios y que tenga renovados los parámetros con los cuales determina la evaluación de la vida, será una comunidad donde la vida de Cristo aflora por todas partes y se ve de lejos,  donde se da sombra a los que tambalean bajo el sol recalcitrante de las angustias del presente, donde los desposeídos encuentran  hospitalidad, donde el mundo no sea temido sino enfrentado, donde la visión sea realizada, la sociedad sea transformada, pero sin la utopía que predican que el hombre podrá hacer por su cuenta y sin Dios el nuevo cielo y la nueva tierra.

            Creemos que si la Iglesia se renueva en este sentido, las evidencias de lo nuevo se manifestarán  en ella y esta vida nueva se verá  impulsada por el abrazo de las denominaciones que estuvieron divididas.

            Necesitamos imperiosamente trabajar por la unidad de todas las Congregaciones Cristianas y sus respectivos líderes  y  que estos con sinceridad se miren a los ojos y trabajen en unidad para que todo el Paraguay crea en nuestro Evangelio y escuche la voz de Dios y la oración de Jesús de Juan 17  tenga cumplimiento en este tiempo.

 

 

La importancia de ser coherentes .

Coherencia  es armonía entre pensamiento – palabra y acción.

Entiendo que estamos en el inicio de un tiempo de avivamiento y de un gran avance en el crecimiento de la Iglesia en Paraguay;  por cierto tan anhelado y esperado por todos.

Por esta misma razón debemos abordar una cuestión fundamental; necesitamos ser coherentes.

Teniendo siempre en mente nuestro texto Bíblico, entendemos por todo lo antes expuesto ya, que el objetivo es  nuestra transformación y el medio por el cual se produce; es la renovación de nuestro entendimiento. El punto fundamental es que experimentemos la renovación de nuestro entendimiento hasta que seamos cambiados, modificados, transformados en nuestro carácter. Que esta transformación sea profunda y modifique nuestra forma de vivir.

No es solo cuestión de la renovación de nuestra mente, este es el medio. Aquí radica la fuerza del mensaje, la penetración de la Palabra por el Espíritu Santo. Pero este proceso debe continuar hasta que se manifieste plenamente la transformación de la persona toda. Un nuevo carácter, un nuevo vocabulario, nuevas obras; es decir la vida misma cambiada y esto no de unos cuantos en la Iglesia, sino de  toda la Iglesia.

Esto es coherencia, lo contrario sería incoherencia.

 

Ser coherentes, una cualidad indispensable

Nos damos cuenta que cuando hablamos de coherencia, estamos abordando una cualidad que es indispensable para nuestra relación con Dios y con los hombres. Además es cualidad indispensable para ser eficaces en nuestro ministerio. Hay cuatro aspectos donde se destaca la necesidad de ser coherentes.

-          En cuanto a lo que declaramos y somos. Debe haber una coincidencia entre lo que aparentamos y lo que somos.

-          Debe haber también  una coincidencia entre lo que aparentamos, lo que somos y lo que hacemos .

-          Aún más, lo que aparentamos, somos y hacemos deben coincidir con la voluntad de Dios-

-          Aún no seríamos coherentes a menos que  el resultado de nuestro ministerio coincidiera con las demandas y el deseo del Señor.

 

Coherentes en lo personal

-          En nuestra comunión con Dios.

-          En sincera apertura y comunión con nuestro(s) compañero(s) en la obra.

-          En nuestro matrimonio y en la buena crianza de nuestros hijos. Esto es un aval indispensable para nuestro ministerio. Sería incoherente fallar en cuidar nuestro hogar y pretender edificar la casa de Dios

 

Coherentes en situaciones difíciles

A veces nos toca enfrentar situaciones muy difíciles donde se pone en juego nuestra integridad. Allí se decide si el Reino de Dios es Supremo o si obraremos según nuestra conveniencia.

Muchos tuvieron que enfrentar grandes angustias, desprecios y privaciones ¡Que momento difícil! Bienaventurados los que pasaron sin importarle el precio que tuvieron que pagar. Algunos perdieron sus mejores amigos y todo su prestigio. Otros aún perdieron su sostén . Estos pusieron a Dios primero y triunfaron. Fueron coherentes con su llamado.

Seríamos incoherentes si, sabiendo de Dios  que debemos hacer un giro serio en nuestro ministerio, no lo hacemos por no tener que sufrir las consecuencias.

 

Coherentes en el ministerio

            Es incoherente que acomodemos nuestro ministerio a las circunstancias, a lo que gusta, a lo que es popular, a lo que no ofende. Si así lo hiciéramos dejaríamos de agradar a Dios por agradar a los hombres. Nos alinearíamos con los que “buscaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. O con aquellos otros que “seguían” a Jesús secretamente, por miedo a los Judíos”.

            Pero hay otro aspecto que quizá nos toque más de cerca, que debemos considerar a fondo: resignarnos a aceptar que nuestro ministerio produzca un resultado menor al indicado por el Señor. Este es el problema mas serio que debemos encarar. Dios nos ha dado luz para comprender los más íntimos deseos de su corazón para con su Iglesia. Nos ha revelado que la Iglesia debe ser la manifestación corpórea de su Reino en medio de las naciones. Que la Iglesia debe vivir como familia sobre la tierra. Hemos aprendido que Dios quiere que cada uno de sus hijos sea conformado a la imagen de su Hijo. Y que somos un linaje, una nación de sacerdotes para proclamar a Cristo.

            Sabemos que todo esto es verdad, verdad incuestionable, que es verdad de Dios. Pero también somos conscientes de que no estamos viviendo al nivel de la luz recibida, ni estamos progresando en esa dirección .A veces da la impresión  de que estamos retrocediendo. Debemos reconocer que en lo fundamental – que es el fruto de nuestro ministerio – somos incoherentes.

 

Nuestra acción como pueblo del Señor debe ser coherente con la misión que tenemos en el mundo.  “La Evangelización”

            Aunque el mundo abandonó a Dios, Dios no abandonó al mundo, Dios no entregó el  mundo a Satanás, este usurpó el lugar que Dios le había dado al hombre como su gobernador en esta tierra.

El mundo es de Dios, Dios ama al mundo, Satanás engañó a Adán y a Eva; pero no pudo con Jesús, el lo venció definitivamente en la Cruz, al  salir de la tumba le dijo a sus discípulos. Toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.

Jesucristo recuperó el lugar que Dios le había dado al primer hombre Adán; la tierra nos pertenece y Dios nos encargó a nosotros reconciliar con Él a los hombres.     2ª Corintios 5:12- 20.

 

Nuestra misión aquí en la tierra

1.  Discipular a las naciones Implica, evangelizar, enseñar, adoctrinar, formando discípulos  para luego enviar a otros lugares y así repetir indefinidamente el ciclo.

El objetivo de esta acción es el crecimiento de la Iglesia en Calidad – Unidad  y  Cantidad.

2. Pelear la guerra espiritual

Debemos  estar en la ofensiva y reconquistar las almas, familias y las personas para Dios.

Estamos en un guerra, en una lucha y esta se libra con la Palabra (espada del Espíritu) la oración, intercesión, fe, ayuno y en total unidad con todos nuestros hermanos en la fe que es la condición indispensable para pelear la guerra espiritual.

 

3. Ser modelos :  El Apóstol Pablo declara en 1ª Cor. 11-1 “Sed imitadores de mí, así como yo soy de Cristo”

4.Hacer obras de misericordia. Aliviando el dolor de los demás, niños abandonados,  huérfanos, viudas, madres solteras, enfermos, enfermos mentales, marginados sociales, presos, carenciados, desocupados, ancianos abandonados, drogadictos, alcohólicos, analfabetos, endemoniados, deprimidos, esposas golpeadas, niños abusados y hogares destruidos; todo esto como resultado del pecado del hombre.

   La madre Teresa de Calcuta cuando fue entrevistada por periodistas de la CNN de Estados Unidos, le preguntan si ella piensa tener éxito en su trabajo ya que lo estaba haciendo entre los leprosos que eran considerados como desechos de la ciudad y ella le contesta: “Dios no me llamó  a tener éxito sino hacer su voluntad”

Tengamos cuidado de medir nuestro trabajo espiritual con el éxito que el mundo empresarial e industrial lo mide; nuestro compromiso es con Jesucristo y seamos fieles solo a lo que Él nos encomendó hacer.

5. Ser protagonistas en alguna medida, en la transformación social

    Debemos pregonar y vivir un orden social mas justo.

    La Iglesia debe infiltrarse y permear con el Reino de Dios y su Justicia todos los          aspectos de la sociedad.

    Debemos apuntar a ser los que mas influencien   nuestro entorno.

6. Apuntar a desarrollar la obra en base a modelos

El mundo necesita  ver modelos a seguir, la retórica de grandes enunciados se acabaron; el mundo necesita ver a Cristo en nosotros para creer en Dios; Jesús oró al Padre y le dijo. “Para que el mundo crea que tú me enviaste”

Cristo Jesús fue modelo para sus discípulos.

Los apóstoles fueron modelos para la Iglesia primitiva, Pablo fue modelo para sus discípulos; Timoteo y  Tito para las Iglesias de su época etc.

Debemos ser modelos de vida, familia, discipulado, unidad, ayuda mutua, amor fraternal, oración, evangelismo, obras de misericordia etc.

 

Conclusión: Tengamos apertura, humildad y disposición a aprender los unos de los otros; el estudio constante de la Palabra, la oración y la reflexión debe acompañar siempre nuestro andar en Cristo.

Abrámonos a Dios con fe, y los unos a los otros en amor y humildad y veremos a nuestra amada nación venir a los pies de Cristo.

Y para concluir les invito a leer todos juntos este pasaje de Romanos.

Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.        

De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida  de la fe; o si de servicio, en servir; o el que  enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con  liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.

El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiríendoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en las esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.

Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal (Romanos 12:3-21)

 

Dios nos bendiga y nos guarde.

                                                           ¡Amén!